Una noche un pretendiente de una de las hijas de D. Virgilio le ofreción una serenata, D. Virgilio tenía un carro, con el cual se ganaba la vida y lo tenía guardado en su casa, y la canción de la serenata decía asi:
-- ¡ En tu puerta planto un pino y en tu ventana un clavel !. Y entonces desde dentro comenta D. Virgilio.
-- ¡ Planta el pino más abajo, pues mañana tengo que sacar el carro !.
Esto de muestra el gran sentido de humor y sinpatía de D. Virgilio.
D. Virgilio y lo cochinos.
D. Virgilio fue director de la Banda de música de Guía, y un determinado día iba la banda a dar un concierto en Tenerife, y D. Virgilio se dirigió a Agaete a preguntar por el precio del billete, y el empleado le respondió una cantidad determinada.
Por aquellos alrededores había unos cochinos, esperendo ser trasladados a Tenerife, y D. Virgilio acierta a verlos y le pregunta al empleado que cuanto valía el billete para los cochinos, y evidentemente le contestó un precio más económico que el de las personas, y ni corto ni perezoso le contesta:
-- ¡ Pues apunteme como cochino !.
Como se ve que desde aquella época se intenteba economizar.