El viaje de un señor a Las Palmas.

Hace como unos cuarenta años un señor que vive en el Calabozo y Paso, un lugar de los altos de Guía próximo al pago de Casas de Aguilar, tuvo que ir un día a Las Palmas a solventar unos asuntos.

Las personas de aquella época que vivian en los pueblos y pagos aprovechaban cuando bajaban a la capital para resolver todos los recados que tuvieran, puesto que era muy engorroso ir a Las Palmas pues no había las comunicaciones que tenemos hoy. Y este buen señor tenía a su señora ingresada por aquel entonces en la clínica del Pino, cuando terminó todos sus recados, se fué a ver a la señora a la clínica, pero fuera del horario de visitas.
Cuando llega allí le dice al celador:
---Quisiera ver a mi señora. Pero el celador le contesta.
---No puede señor  pues no es la hora de visitas.
El señor vuelve e insiste.
---Mire es que soy de los altos de Guía, y he bajado a resolver unos asuntos, y no me quisiera ir sin ver a mí esposa. A lo que  el celador  contesta.
---Le he dicho que no puede ser.
Y el señor ni corto ni perezoso se mete por allí adentro y le dice al celador:
---Llevo como tres años viviendo en el Calbozo, pero por vivir unos años más no me importa, pero yo veo a mi señora.
El celador desconocía el nombre de este lugar, y creyó que el señor había salido de la carcel y lo dejó pasar.
No hay palabra mal dicha si no mal comprendida.